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- Silencio -

Domingo 19 de Marzo de 2017. PUBLICADO POR Sergio Soto Medina

 

 

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Mientras me decido a escribir sobre el silencio, me detengo unos segundos y presto atención. Y me doy cuenta que la mayoría de los sonidos que aparecen en mi mente son ruidos ocasionados por el ser humano; vehículos, golpes lejanos de alguna obra, el motor de los electrodomésticos o la televisión del vecino. Por suerte, también escucho algún pájaro canturreando y para mi éxtasis, se producen algunos instantes de precioso silencio.

Y es de ese vacío absoluto, de ese silencio del que surgen todos los sonidos del que me gustaría hacer una reflexión, para elogiarlo, para valorarlo, para darle la importancia que, a mi juicio, se merece.

Los únicos sonidos con los que ha convivido el ser humano a lo largo de su historia  son los de la naturaleza; la lluvia, el viento, los animales o el mar, entre otros han sido las fuentes que han escuchado nuestros ancestros. No es de extrañar que, evolutivamente hablando, no estemos diseñados para soportar la terrible carga de ruido a la que estamos sometidos en nuestras vidas del siglo XXI. Y para colmo, cuando llegamos a casa y podemos reposar nuestra mente en el silencio, encendemos la tv o la radio durante horas, incluso las dejamos como sonido “de fondo” mientras cocinamos o hacemos las tareas de casa y así, sin prestar atención a una cosa ni a la otra, nuestra mente anda suelta y sin rumbo.

Sólo cuando decidí pasar parte de mi tiempo meditando, me di cuenta de la importancia y belleza del silencio, de lo sanador que resulta escuchar la vida sin artificios. Lo que ocurre es que, cuando cesan los ruidos externos, aparecen en la conciencia los internos con toda su crudeza y agitación, y el miedo a encontrarse con uno mismo nos devuelve el foco de atención al exterior donde, distraídos, permanecemos la mayor parte de nuestro tiempo. Si lográsemos ir aún más allá de ese ruido interno, lleno de condicionantes juicios y creencias, estoy seguro que encontraríamos un lugar desde el que mirar la vida con nuevos ojos. Este es mi reto, y en ello estoy aunque reconozco que la tarea es ardua…

 

Y ahora los estudios científicos nos dejan conclusiones como estas:

-       “El silencio contribuye a regenerar el cerebro” (Research Center for Regenerative Therapies, Dresden.)

-       “El silencio permite que el cerebro le dé sentido a la información” (Universidad de Harvard)

-       “El silencio es el mejor antídoto contra el estrés”. (Universidad de Cornell)

-       “Tan sólo dos minutos en silencio absoluto son más beneficiosos que escuchar música relajante y provocan una mayor disminución de la presión sanguínea”. (Universidad de Pavía).

 

Escuchar el silencio despierta la dimensión de quietud dentro de ti, porque sólo la quietud te permite ser consciente del silencio” , dice Eckhart Tolle en su libro El silencio habla.

También Pablo D’ors en su libro Bibliografía del silencio nos dice: “La atención es la virtud por excelencia, por eso el silencio es el gran desafío”.

Así que, si la ciencia concluye estas cosas y los maestros dicen esas otras, yo quiero tomarme esto en serio.

Y para terminar, una reflexión propia;

“Quien prueba el sabor del silencio y lo deja reposar en boca, descubre un presente lleno de sorprendentes matices.”

 Sergio Soto.