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- MEDICINA NATURISTA: "Toca hablar de La Tierra" -

Lunes 04 de Julio de 2016. PUBLICADO POR S. Jorge Cruz Suárez

La que hace posible la vida y, especialmente, la tierra que sana: “la arcilla medicinal”

            La vida se inicia en el mar hace miles de millones de años. Una vez fuera del agua los seres vivos adaptan sus sistemas biológicos para obtener su energía nutritiva a partir de la luz solar, del agua de lluvia, del aire atmosférico, y también a partir de la vida microscópica y de los minerales presentes en la tierra. La tierra es entonces un producto de la roca madre original, sobre la que actúan a lo largo del tiempo, los agentes climáticos y, entre otros, también la descomposición de materia orgánica procedente de evolución de la vida sobre ella.

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3.000 años atrás los médicos de los faraones egipcios ya utilizaron la arcilla para sanar heridas de la piel, estados inflamatorios externos y hasta enfermedades internas. También por los egipcios fue utilizada la arcilla para la momificación de cadáveres, por lo que se intuye conocían perfectamente las cualidades antisépticas de la tierra medicinal. En la Antigua Grecia, el afamado Galeno o, posteriormente, Dioscórides utilizaron igualmente la arcilla en el tratamiento de heridas y abscesos. Series documentales de National Geographic han mostrado a través del televisor como algunas especies de papagayos ingerían arcilla de rocas cercanas tras haber comido frutos nutritivos pero tóxicos, y así neutralizar sus efectos nocivos en el sistema digestivo. La tierra de las termiteras es un reconocido remedio de infecciones intestinales para los habitantes de Filipinas o Sudán. Son igualmente estimadas sus virtudes en África y también en América, es prácticamente universal la utilización medicinal de la arcilla.

El crecimiento arrollador de la medicina científica durante muchos años restó protagonismo a la utilización terapéutica de los recursos naturales, hasta el resurgir de los naturalistas europeos a finales del siglo XIX entre los que destaca el abate Sebastían Kneipp; luego ya hasta la actualidad en que se integra de nuevo la utilización de la arcilla en los procedimientos terapéuticos de la medicina naturista y, más ampliamente, en las curas balnearias.

No existe una única clase de arcilla, son en realidad diferentes compuestos cristalizados, silicatos hidratados de aluminio, de variable constitución según su proporción en minerales: sílice, aluminio, hierro, magnesio, calcio, sodio, potasio, etc., que darán lugar a diversas estructuras terrosas como caolinitas, illitas, montmorillonitas, etc. Así las arcillas pueden tener diferentes colores: rojas, verdes, blancas, …y así también su utilidad terapéutica puede ser variable, unas son más aptas para uso oral o interno, y otras más apropiadas para uso externo en forma de lavados, mascarillas, o emplastos.

Propiedades terapéuticas de la arcilla en aplicación oral o interna: Antidiarreica, antiinfecciosa, antimicótica y antiparasitaria intestinal, antiácido, antiulcerosa, cicatrizante y antihemorrágica.

Toma de arcilla para combatir la acidez de estómago, las flatulencias o la diarrea. Para obtener estos beneficios se suele tomar una cucharadita de las de café rasita de arcilla, apta para uso interno, disuelta en un vaso de agua y tomada en ayunas. No mezclar la toma con grasas o aceites, tampoco es conveniente en casos de obstrucción intestinal o estreñimiento.

Propiedades terapéuticas de la arcilla en aplicación local o externa: Cicatrizante, antiséptica, antiinfecciosa, antimicótica, antinflamatoria, antiálgica.

Mascarilla de arcilla y aceite de oliva virgen extra para sanar y embellecer la piel. En un pequeño bote de cristal poner un par de cucharadas del aceite a la que poco a poco se va añadiendo arcilla blanca o verde, y removiendo con una espátula o astilla de madera hasta formar una pasta cremosa que podemos aplicar sobre la piel de cualquier parte de nuestro cuerpo extendiéndola cual crema de belleza y dejando actuar, no importa el tiempo, más tarde lavar si se quiere con agua tibia.

Mascarilla de arcilla para el acné. Mezclar en un recipiente de cristal o loza un poco de agua y arcilla blanca o verde, hasta formar una pasta cremosa a la que se añaden 20 gotas de aceite de árbol del té. Extender sobre la piel afectada y mantenerla durante media hora refrescando con agua para evitar que seque. Repetir tres veces por semana hasta obtener resultados.

Emplasto de arcilla sobre una articulación inflamada o dolorosa. En un recipiente de cristal o loza, simplemente mezclar agua y arcilla roja hasta lograr barro espeso, que luego se coloca sobre un paño fino y poroso de algodón,  a modo de cataplasma y con al menos dos centímetros de grosor. Finalmente cubrir la parte afectada y se mantiene durante una hora o algo más. Se repite de una a tres veces al día hasta mejorar la lesión.