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- El mensaje de las lágrimas -

Lunes 20 de Febrero de 2017. PUBLICADO POR Sergio Soto Medina

 

Lo primero que hace el ser humano después de  nacer es respirar, y tras esa primera bocanada de aire aparece el llanto como primera forma de comunicación, como una expresión del dolor que supone el nacimiento y como una manera de comportamiento que nos acompañará el resto de nuestras vidas. 

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Desde pequeños, y de forma instintiva, lloramos para comunicar a nuestro entorno las distintas sensaciones que sentimos en nuestro cuerpo. El hambre, el sueño, el miedo y el dolor se esconden tras las primeras lágrimas y los padres poseen la capacidad intuitiva de saber la razón de tal conducta. 

 

A través del llanto aprendemos a reclamar nuestras necesidades y a expresar lo que sentimos, dándole salida a unas emociones que necesitan ser comunicadas. 

Conforme va pasando el tiempo, esta forma de comunicación se va haciendo cada vez más compleja, albergando tras de sí emociones tan variopintas como la tristeza, el enfado, la alegría, la impotencia, el miedo o la nostalgia, entre otras. 

 

Pero ocurre que, a menudo, el adulto impide esa vía de expresión y obliga al niño a reprimir su llanto con frases como; “los niños no lloran”, “si lloras no te quiero” “te estás haciendo mayor, y los niños grandes no lloran”, y tras esas frases están los mensajes velados de; “no expreses lo que sientas” o “llorar es de débiles”. Y cuando dejamos de llorar, ocurre que también dejamos de expresar y darle sentido a nuestras emociones, y empezamos a perder el contacto con nuestro interior, reprimiendo e intelectualizando lo que nos acontece. Y yo pienso que esta es una de las mayores desconexiones que ocurren con el mundo instintivo y emocional, empoderando de manera absoluta a la razón y menospreciando la sabiduría de las lágrimas. 

A veces tenemos tan interiorizado el mensaje, que ni siquiera en el dolor de la muerte nos atrevemos a llorar o gritar nuestro pesar, convirtiéndose en un mecanismo de represión que nos complicará el duelo.

 

Sugiero a los padres una actitud más condescendiente y comprensiva del llanto de sus hijos, que indaguen en el significado de las lágrimas ya que siempre ocultan un mensaje que hay que traducir y que permitan su expresión con total normalidad y acogimiento.

 

También sugiero una mirada más atenta a nuestro mundo interno, dándonos el permiso para mostrar lo que hay ahí, desaprendiendo viejas ideas de inadecuación y debilidad. Este contacto íntimo con uno mismo nos hará más libres, más intuitivos, tomaremos mejores decisiones en nuestra vida y comprenderemos mejor el mundo de los demás.

Les invito a entrar en contacto con nosotros mismos, con nuestra manera de sentir el cuerpo, ya sea a través de las lágrimas o a través de otra forma de expresión no verbal, como el grito o la sonrisa alegre del amor. Las emociones más profundas suelen venir acompañadas de estas necesidades de expresión y creo que nos vendría bien encontrar la manera de darles un canal de salida. 

 

La terapia es un excelente lugar para reconocerse y encontrar la manera de expresar necesidades, carencias, anhelos, dificultades, miedos o dudas. Allí hallarás un espacio donde todo eso tendrá su lugar de expresión, también a través de la palabra y de la búsqueda del significado que tiene esta manera propia de sentir.